IV.- LA LUCHA DE CLASES
Los explotados y los explotadores tienen intereses contrapuestos, es
decir, están en conflicto. Son intereses irreconciliables, tan irreconciliables
como los que existen entre depredadores y presas, el lobo y el cordero, por
ejemplo.
En el capitalismo la contradicción fundamental es la lucha entre
burgueses y proletarios.
El interés del burgués es sacar la mayor plusvalía al trabajo del
obrero, hacerlo trabajar lo más posible y pagarle lo menos posible.
El obrero por su parte busca un mayor salario y mejores condiciones de
trabajo, es decir, reducir la plusvalía que se apropia el burgués. Trabajar
menos y ganar más.
Consciente o inconscientemente burgueses y proletarios están en lucha
permanente por la plusvalía.
En esta lucha, la clase obrera ha desarrollado dos formas principales de
organización:
a) Los Sindicatos que agrupan a los obreros de una fábrica, las
Federaciones y Confederaciones de toda una rama de producción, y las Centrales
obreras, la COB por ejemplo, que agrupa a todos los proletarios. Finalmente los
órganos de poder del conjunto de los explotados.
El sindicato agrupa a todos los trabajadores sin distinción,
independientemente de sus creencias políticas, religiosas, etc. para defenderse
de los abusos de la patronal y luchar por conquistar determinados derechos
democráticos, sociales y laborales y hacerlos respetar. El derecho a la huelga,
por ejemplo, a la libre organización sindical, al fuero sindical para los
dirigentes, a las 8 horas de trabajo, etc. que el patrón permanentemente burla
y trata de pisotear.
b) El partido político de la clase obrera que inscribe en su bandera de
lucha, la lucha por la destrucción de la explotación capitalista que sólo es
posible acabando con la gran propiedad privada sobre los medios de producción
estableciendo la propiedad social de los mismos, esto implica la toma del poder
por la clase obrera a la cabeza del conjunto de los explotados y oprimidos para
acabar con toda forma de explotación.
De igual manera, la pequeña propiedad choca con la gran propiedad que la
avasalla y en la medida en que se impone aniquila al pequeño propietario.
Esta lucha entre intereses contrarios de las clases es la LUCHA DE
CLASES.
V.- LA REVOLUCIÓN
En el proceso de la producción, las fuerzas productivas se van
desarrollando permanentemente. Son dinámicas, son la fuerza renovadora en la
economía.
El descubrimiento de la máquina y su incorporación a la producción dio
origen al capitalismo. Actualmente la automatización de la máquina plantea la necesidad
del socialismo para aprovechar a plenitud la posibilidad material de producir
en abundancia con poco esfuerzo y distribuir la riqueza social al conjunto de
la sociedad y ya no a las manos de unos pocos: los burgueses.
Las relaciones de producción, en cambio, tienden a perpetuarse, a
impedir el cambio. Son las fuerzas conservadores. Las clases dominantes están
interesadas en que su tipo de sociedad se perpetúe. Los burgueses defienden a
sangre y fuego la permanencia indefinida del régimen capitalista basado en la
propiedad privada de los medios de producción y la concentración de la riqueza
social en sus manos generando miseria creciente en el campo laboral pese a al
potencial productivo de la industria moderna y la tecnología disponible.
El desarrollo de las fuerzas productivas alcanza un grado tal que choca
con las relaciones de producción imperantes porque, éstas se convierten en un
obstáculo para su desarrollo.
El régimen feudal, por ejemplo, basado en la propiedad de la tierra y la
servidumbre, no permitía la libre incorporación de la máquina a la producción.
Necesitaba de fuerza de trabajo libre para comprar. El siervo estaba encadenado
al señor feudal. Por eso la revolución industrial empujó a los burgueses a
destruir el orden social feudal, acabando con la nobleza y todos sus
privilegios e instaurando la nueva sociedad capitalista asentada en la compra
de la fuerza de trabajo liberada del yugo feudal, por los dueños de las
máquinas. Es decir, materializaron la revolución burguesa, capitalista.
De igual manera,
actualmente el desarrollo de las fuerzas productivas ha alcanzado un grado tal
que para seguir desarrollándose y ser incorporadas a la producción sin
limitaciones es necesario acabar con la gran propiedad privada sobre los medios
de producción. La tecnología moderna permite la automatización de las máquinas
lo que implica poder producir en gran escala con poco trabajo. Pero en el
capitalismo esto significa desocupación masiva, miseria creciente; el
capitalista, al tiempo que moderniza las máquinas despide obreros, crea más
miseria y reduce el mercado. En tal medida produce más de lo que puede vender,
se producen las crisis de superproducción que llevan a la especulación
financiera, el capital ya no puede ser reinvertido en la producción, viene la
crisis que supone la destrucción de parte de las fuerzas productivas.
A la clase obrera, que es la clase desposeída de toda forma de propiedad
de los medios de producción, le corresponde la tarea histórica de sepultar el
capitalismo y dar nacimiento a la nueva sociedad: la socialista, donde los
medios de producción serán de propiedad social y todo el potencial productivo
moderno podrá ser libremente aplicado para cubrir las necesidad del conjunto de
la sociedad con poco esfuerzo. La cúspide de esta nueva sociedad será el
comunismo.